jueves, 10 de febrero de 2011

¡CENA ESPAÑOLA!

Si ya me lo decía mi madre, María aprende a hacer tortilla de patata que seguro que a los italianos les gusta mucho. ¡Puf!, si va a ser verdad eso de que las madres siempre tienen razón.
Bueno, pues si que les gusta, si, y claro, me pidieron que hiciera una.
Ahí me veis a mí, en la cocina, frente a unas patatas que me miran mal, y a unos huevos que todavía me miran peor.
Empiezo a pelar las patatas, que por cierto eran mas bien grandecitas, y yo voy notando como poco a poco eso se va quedando cada vez más pequeño, pero que mucho más pequeño.
Después voy con los huevos, yo que en mi vida he roto un huevo. Los abro, o los casco, o como se diga eso y disimuladamente tengo que meter los deditos en el plato porque se me han quedado unos trocitos de cáscara dentro.
Después de esto no se que se mezclaba y no se que más cosas se hacían y luego ya se empezba a utilizar la sartén.
Ya una vez frita y escurrida la patata, le pongo el huevo y empieza a suceder una cosa rarísima, la patata empieza a desaparecer, como si se la hubiera tragado la tierra. El huevo se empieza a extender y a esparcirse por la sartén y el resultado es una masa fina, fina, fina, finísima, para que os hagais una idea tan fina como un crepe, pero un crepe fino.
Y cuando te ha pasado todo esto por un lado, ala, ahora por el otro, y dale la vuelta a la sartén, JÁ como si fuera tan fácil.
No os digo cómo quedó la tortilla, sólo os digo que limpiar, tuvimos que limpiar bastante y tortilla de verdad, no parecía.
Menos mal que todavía quedaba jamón español en casa.

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